
Alegria en la selva
Es la fiesta más grande y colorida de la amazonía. Los pueblos piden bienestar a San Juan bautista, santo patrón que purifica el agua y dador de los dones de la naturaleza. Son días donde el jolgorio hace muestra de la devoción. Donde la hermandad de los distintos pueblos de la selva se muestra en sus plazas.
La noche del día 23, los pobladores van a los ríos en busca de la purificación, semejando a los bautizos que San Juan Bautista celebraba en las aguas.
El 24, tras bombardas y las bandas de música, se da la misa. Mientras los mayordomos, encargados de la organización, dan los últimos retoques a los “humisha”, palmera cargada de regalos parecida a los cortamontes que se realizan en la sierra central. A golpes de machetes y cantos, los danzantes y el público los derriban tratando de coger los regalos.
También las plazas se llenan de los tragos exóticos y de los sabrosos juanes, el plato central de la fiesta. Cuenta la historia que Herodías, hija del santo patrón, le trajo ese plato envolviéndolo en forma de su cabeza.

Fin de fiesta
La celebración dura hasta el día siguiente, cuando la fiesta cambia de nombre a San Juan Chico. Llegada madrugada, los castillos y los fuegos artificiales adornan el cielo como fin de fiesta.
Todas las ciudades, pueblos y caseríos selváticos se unen para celebrar esta fiesta; pero, la comunidad de San Juan, en Iquitos, es la más representativa.
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