En aquellas fiestas, las mujeres de la zona lucen sus mejores trajes al igual que los hombres, al momento de bailar cualquier melodía ayacuchana, al son de guitarra, charango, tinya, quena y acordeón, los cuales alargan el jolgorio. También se puede disfrutar de coreografías de las historias que diversos pueblos autóctonos resguardan.
A medida que va en aumento la diversión, talco y serpentina son los protagonistas en plazas, discotecas y hogares del departamento, todos ellos preparando los tradicionales puchero y chicha de jora, manjares con los cuales cantantes y danzantes recuperarán energías para volver a esta mística festividad, la cual es considerada patrimonio cultural peruano.
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